26 febrero 2015

Ruta Dulce de Madrid. Parte 1 Pastelerías Tradicionales

En Septiembre del año pasado comenzó a cambiar mi vida. Hasta entonces el mundo dulce había sido un vicio para mí que trataba de descubrir mediante la práctica de infinitas recetas, horas muertas delante del ordenador observando nuevas técnicas de modelaje, cursos en distintas escuelas y días enteros metida en la cocina con el calor de mi horno (¡Aiss! ¡Mi horno! ¡Cómo lo echo de menos!).
Abrí este blog para compartir mis recetas, mis ideas y le puse tanto entusiasmo que mezclándolo todo parecía un auténtico desastre. No me rendí, (para lo que quiero soy bastante cabezota) lo remodelé, lo organicé y quedé muy contenta con el resultado; y fue entonces cuando empecé a pensar que sería una suerte dedicarme a este mundo por el que siento tanta pasión.
Un dulce alegra nuestro paladar a cualquier hora del día y hay momentos en la vida en los que si no hay un dulce, falta algo. ¿O es que a caso sin tarta hay cumpleaños?, siempre debe haber un lugar donde colocar las velas, ¿o no?
Intenté trabajar en las recetas y mejorar en fotografía para convertir este blog en un pedacito de mí. De pronto se convirtió en el tesoro que me dio la oportunidad de trasladar mi vida a Madrid para trabajar en un obrador de verdad.
Gracias a esta oportunidad estoy visitando un montón de pastelerías tradicionales, bakerys y obradores, que me descubren nuevos secretos que en cuanto pueda pondré en práctica y por supuesto os desvelaré.
Así que, he querido mostraros mi pequeña aventura para que este blog siga siendo en esencia eso, un pedacito de mí.

PASTELERÍAS TRADICIONALES

* La Mallorquina (desde 1894) Esquina entre la Puerta del Sol y la Calle Mayor



A parte de una localización privilegiada en la que puedes disfrutar de un desayuno con vistas a Sol, los productos que ofrecen son de calidad exquisita.



 Obviamente no he probado todo, pues no quiero regresar a Zaragoza con 10 kilos de más, así que, pregunté al camarero por la especialidad y encantado me trajo una napolitana de crema, aunque me comentó que las trufas y las reinas de nata son también un clásico excelvilloso de la pastelería.



El bollo que probé estaba blandito, rico y sabroso, las almendras de encima le aportaban un sabor tostado que enamoró a mis papilas gustativas al instante. Y la crema...¡Ogg, la crema! Era suave, nada empalagosa y se esparcía por toda la boca al morder la napolitana.
Quedé contenta con lo que pedí y sin duda recomendaría el lugar para un desayuno; eso sí, hay siempre muchísima gente y la atención no es muy cercana porque van a toda prisa, pero rico... está de vicio.




* Antigua Pastelería del Pozo (desde 1830)  Calle del Pozo nº 8

Es la más antigua de la capital y me enamoré de ella en cuanto entré. Conserva su mobiliario original con una caja registradora preciosa. 



Pregunté por la especialidad de la casa y me comentaron que era el hojaldre relleno de cabello de ángel, pero lo vendían por planchas enormes y aunque pienso que si me hubiese puesto me lo hubiese comido (no soy casi golosa... ejem) no era cuestión de no poderme mover en horas.



Terminé probando una rosquilla rellena de chocolate y cubierta en canela que aunque estaba rica la mía estaba un pelín seca.
No dispone de cafetería para comerte el dulce pero el lugar es muy bonito.


*  El Riojano (desde 1855) Calle Mayor nº 10

Esta pastelería tiene una gran historia, pues fue fundada por Dámaso Maza (pastelero personal de la reina María Cristina) y ofrecen dulces típicos que comía Alfonso XIII cuando era un niño como producto estrella.



De entre otros, destacan los bartolillos, que fue el dulce que yo comí. El aspecto era como una empanadilla cubierta de azúcar glas, y la verdad es que el sabor era realmente parecido a eso, masa de empanadilla dulce rellena de una crema espectacular, espesa y jugosa.



Al pinchar con el tenedor el bartolillo la crema se desbordaba y la boca se me hacía agua.



El lugar es precioso, sobre todo la zona de la pastelería, sinceramente, fue mi favorita. La atención que recibí fue espectacular, despejaron la zona para que pudiese hacer fotos e incluso me revelaron algún truco para conseguir una crema tan deliciosa como la suya (que más adelante por su puesto, compartiré).


Visité más pastelerías de las de toda la vida, pero he seleccionado las tres que más llamaron mi atención por sus productos exquisitos, su historia y su tradición. Espero que si un día venís a Madrid os haya podido ayudar a escoger un buen lugar donde endulzaros.






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